El fin de semana largo de agosto, nos fuimos a recorrer un nuevo camino para el trekking del Club. Fruto de la inquietud de uno de los guías, con algunas cartas del IGM amigo para estimar por dónde podía hacerse el cruce, y algunos años de experiencia para «olfatear» caminos, «debutamos» el recorrido entre el Valle de las Estancias, en el este catamarqueño, cruzando las Cumbres de Narváez, para ir descendiendo a la selva tucumana que circunda al Dique de Escaba.
El primer día comenzó en el paisaje típicamente catamarqueño, desde el lugar llamado «Piedra Nivel», alrededor de 1850 m snm. Lentamente, los senderos nos fueron llevando hacia arriba, mientras íbamos dejando atrás una zona hermosa y agreste. Pronto comenzaron a aparecer los alisos, esos hermosos árboles que coronan las crestas tucumanas y pareciera que se derraman hacia Catamarca. Luego de una pausa para almorzar en un pequeño arroyo, siguió el rumbo hacia arriba, hasta llegar al punto culminante a 2450 m. Todo el grupo se demoró avistando el paisaje de las dos provincias, con los hielos del Aconquija de fondo, y la selva de Escaba al frente. Retomando el camino, la bajada nos siguió llevando por bosques de alisos, mientras comenzaron a aparecer pinos del cerro, acompañando al grupo en la larga travesía. Ya al final, bastante cansados, llegamos a un lugar hermoso para acampar, con pinos y durazneros, que nos saludaban con su flores rosadas. Todavía alcanzó el tiempo para sorprender a la compañera que cumplía años ese día, con una torta que nos acompañó en el final de la jornada.
Fue una buena noche de sueño, que nos permitió a todos volver al sendero a la mañana siguiente. Unos pobladores nos orientaron, y a los quince minutos llegábamos a un valle «soñado», en el justo límite entre los alisos y la selva más variada. El puesto, en un atalaya sobre el valle, nos sorprendió mientras lo acribillaban las cámaras de fotos. Nuevamente, las indicaciones de los pobladores –y su buena voluntad, acompañándonos en el primer tramo- nos pusieron en el buen camino. Un largo «filo» de montaña, nos llevó en bajada hacia el río Chavarría, uno de los principales afluentes del dique de Escaba, a los cuales comenzamos a ver desde lejos, haciéndose desear. En el camino, nos acompañaron los gritos de la chuña, quejándose de nuestra intromisión en su reino; aprendimos a conocer el alpa-mato y la oreja de negro; nos deleitamos con los claveles del aire, las orquídeas, los helechos y los musgos que tapizaban los árboles… y nos cansamos como beduinos después de una semana en el desierto.
Cruzamos el río por un precario puente montado por los vecinos, acampando a unos metros de su corriente. La noche fue propicia para un fogón, donde aparecieron las reservas que habían sobrevivido los dos días de caminata a la espera del momento oportuno.
La íºltima jornada tuvo una pequeña travesía por el final de la selva, y ya estuvimos a la vista de las casas desperdigadas de Escaba de Arriba. Una escuela y los cables de energía eléctrica nos indicaron que «la civilización» nos había alcanzado nuevamente. El camino, apto ya para vehículos, nos llevó hacia el dique de Escaba, donde nos esperaba el transporte. Como siempre, se entremezclan los sentimientos, la alegría de volver a casa, y las ganas de prolongar la experiencia vivida.
Galería de Fotos. ¿Adonde iba esto?, Estancias y Marcas, Subiendo, Arriba! , Todos en la Cumbre, Por ahi vamos, Llamas, Valle, Puesto de Los Alisos, Bajando al Bosque, Hermosa, Para arriba otra vez, Lago Tropical, Grupo en el Dique, Parecen presos, Caminata con Jinete, Arcada, Final.